¨El que me ama, dice Jesús, observa mis mandamientos¨. Esto me enseña que la virtud de la obediencia es hija del amor, y que por lo mismo que debo a Dios amor sobre todas las cosas, le debo también obediencia en todas las cosas. Así lo comprendisteis Vosa, obedientísimo José, y por eso le amasteis con toda vuestra alma y renunciasteis enteramente a vuestra voluntad, para hacer en todo la de Dios, siguiendo el ejemplo de Jesús, que se entrega a la muerte en aras del amor, y de María, que se sacrifica en el altar de la obediencia, exclamando: he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Alcanzadme, piadoso Protector, la gracia de amar a Dios sobre todas las cosas, para obedecerle también en todas las cosas. ¡Oh!¡Qué hermosa es la obediencia! Jesús recibe por ella un nombre sobre todo nombre; María la sublime dignidad de Madre de Dios y corredentora del mundo, y Vos la de Padre de Jesús y Esposo de María. Por eso vuestro devoto José de Clasanz sacrifica en aras del amor y de la obediencia su larga y fecunda vida, y me anima a seguir sus pasos diciéndome: ¨Nada has dado a Dios si no le has dado todo tu corazón¨. Yo quiero, glorioso Patriarca, entregar a Jesús todo mi corazón. Conseguidme la gracia de amarle sobre todas las cosas, para obedecerle también en todas las cosas.
¡Bendito San José, modelo sublime de obediencia, alcanzadme esta virtud, que sea el verdadero contento de mi alma y paz y ventura en mi familia!
Tomado del libro: ¨Visitas al Santísimo Sacramento, María Santísima y San José¨ de San Alfonso María de Ligorio.
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