Cuarta visita a San José




Aquí me tenéis, Patrono universal de la Iglesia de Jesucristo: aquí me tenéis, confiado, sí, en la bondad infinita de mi redentor Jesús y en la piedad de mi cariñosa Madre María; pero sumamente desconfiado de mi mismo. ¡Ay! ¿Qué confianza puede tener, qué esperanza de salvación puede abrigar el mísero pecador que, como yo no tiene caridad, ni fe, ni una sola de todas las virtudes que en la caridad tiene su origen? A Vos, pues, acudo en demanda de la risueña virtud de la esperanza, de Vos, que la sorprendisteis en la divina sonrisa de Jesús, complacido de vuestra caridad ardiente y de vuestra fe inquebrantable, espero conseguirla, pero tan firme y profunda que todos los esfuerzos de Satanás sean insuficientes para arrancarla de mi corazón.


Conseguidme para esto un amor intensísimo a mi adorable Redentor y una fe sin límites en su infinita misericordia, y mi esperanza será entonces firme y segura, porque no solamente se fundará en la bondad del Corazón de Jesús, sino también en mis buenas obras, a imitación vuestra. En Vos, glorioso Patriarca, confío y espero. No consintáis que me falte nunca, y sobre todo en la hora de la muerte, la salvadora, la bendita y consoladora esperanza.


Modelo de todo linaje de virtudes, alcanzadme la dicha de imitaros en vuestra firme esperanza.


San Alfonso María de Ligorio, "Visitas al Santísimo Sacramento, María Santísima y San José".


Tercera visita a San José


¡Cuan miserable me considero, bendito Padre adoptivo de mi adorable Redentor, cuando contemplo la fe sublime que os acompañó en todos los actos de vuestra vida admirable, y especialmente en vuestra vida admirable, y especialmente en vuestra dichosa muerte, y la duda criminal que sobre mí pesa continuamente como terrible maldición! Y es que la fe es una preciosa consecuencia de la hermosa caridad, que Vos poseíais en alto grado, y yo, por desgracia mía, no poseo. Es que la caridad es Dios, y Vos vivíais en Dios y yo vivo apartado de Él.

Por eso Vos, con los ojos siempre fijos en Dios y en sus santa ley y en las eternas recompensas, vivisteis consagrado en absoluto a su servicio en las sacratísimas personas de Jesús y de María; mientras que yo, apegado a las cosas de la tierra, vivo ¡ay! enteramente olvidado de mi Dios, de las sublimes misericordias de Jesús y de los sacrificios de su bendita Madre, por seguir los impulsos de mi viciada voluntad.

Alcanzadme, bondadoso Protector mío, la vivísima fe que os animó hasta la muerte; para que, creyendo firmemente que en sólo Él ame con toda mi alma.


¡Oh piadoso San José, proteged y aumentad mi fe!
San Alfonso María de Ligorio, "Visitas al Santísimo Sacramento, María Santísima y San José."

Segunda visita a Sn José


Siervo felicísimo del gran Padre de familia, glorioso Patriarca San José: también a Vos, que sois el justo escogido entre todos los justos, para ser durante muchos años el depositario de la fuente de toda riqueza, como custodio del Redentor del mundo y Esposo purísimo de su Madre inmaculada, también a Vos acudo humildemente. Abrid a mi alma, debilitada por los vicios, los tesoros de la gracia con la misma generosidad que el prudente José de la ley antigua abrió los graneros del gran rey Faraón a los hambrientos egipcios.


Sed mi padre, mi protector y mi guía hasta que logre mi eterna salvación. Vos que habéis tenido la dicha singular de vivir y conversar con Jesús y María, de morir entre sus brazos, y gozáis con ellos las delicias del Cielo, enseñadme, dulcísimo protector mío, a ser manso y humilde de corazón como ellos, y como ellos y como Vos, modelo de todas las virtudes, y a no tener más voluntad que la voluntad de Dios, para que, no amando en este mundo más que a Él solo, pueda, después de una dichosa muerte, gozar con Jesús y con María y con Vos de las delicias inefables de la Gloria.


¡Oh glorioso San José, haced que sea constante en el bien, corregid mis faltas y alcanzadme el perdón de mis pecados!


San Alfonso María de Ligorio, "Visitas al Santísimo Sacramento, María Santísima y San José."

Primera visita a San José


¡Oh castísimo esposo de la Virgen María, mi amantísimo protector San José! Todo el que implora tu protección experimenta tu consuelo.
Sé pues, vos mi amparo y mi guía. Pide al Señor por mi; líbrame del pecado; socórreme en las tentaciones y apártame del mal y del pecado. Consuélame en las enfermedades y aflicciones. Sean mis pensamientos, palabras y obras fiel trasunto de cuanto te pueda ser acepto y agradable para merecer dignamente tu amparo en la vida y en la hora de la muerte. Amén.

San Alfonso María de Ligorio, "Visitas al Santísimo, Santa María y San José."