Decimotercera visita a San José
Qué diferente soy a vos , bendito Patriarca San José! Apenas os apercibisteis del peligro, procurasteis huir de él sin reparar en sacrificios, y la victoria fue la recompensa de vuestra prudente diligencia. Apenas supisteis por el Ángel que el precioso tesoro Jesús, confiado a vuestro cuidado estaba en peligro, acudisteis solícito a ponerlo a salvo; mientras yo, desgraciado de mí, dormido en brazos de mi criminal negligencia, veo mi único tesoro, mi única joya, mi alma, en manos del más infame de los logreros, envuelta entre el lodo de los vicios en peligro de ser para siempre esclava del más cruel de los tiranos; y permanezco indiferente, como si nada me importara la salvación de mi alma.
Ya sé que consiste en que no amo a Jesús; porque, si amara a Jesús , amaría también a mi alma, que tanto le ha costado; pondría una diligencia exquisita en hacer su divina voluntad, y, en vez de la pereza con su tropel de vicios, me dominaría la prudente diligencia, con todas las otras virtudes hijas del amor. No permitáis, Protector mío, que me consuma la apática negligencia, que me convertirá en árbol seco, solamente digno del fuego eterno. Ayudadme a salvar el precioso tesoro de mi alma, hermosa imagen de Dios, para que vuelva a la gracia de su Creador.
Santo Patriarca, haced que las mismas zozobras y amarguras de la vida enardezcan mi fe y mi esperanza.
Tomado del libro ¨Visitas al Santísimo Sacramento, María Santísima y San José¨ de San Alfonso María de Ligorio
Nichán Eduardo Guiridlian Guarino
nichaneguiridlian@gmail.com.ar
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