Decimosexta visita a San José



Modelo perfectísimo de todas las virtudes, celosísimo José: a Vos, que durante toda la vida fuisteis víctima de vuestro celo por la honra y gloria de Dios, sufriendo por su amor terribles tribulaciones que llenaron de amargura vuestro dulcísimo corazón, especialmente durante aquellos tres eternos días que estuvisteis separado del amabilísimo Jesús, sin consuelo ni descanso hasta que le estrechasteis de nuevo contra vuestro atribulado corazón, a Vos recurro hoy humildemente. No me abandonéis, y conseguidme aquel santo celo, que no os permitía vivir un momento apartado del dulcísimo Jesús, sin el cual no hay dicha posible sobre la Tierra. No consintáis que me aparte un solo momento de su divina presencia. Y si alguna vez, por mi desgracia, me aparto de Él por el pecado, excita en mi alma tal sentimiento que no descanse un instante hasta hallarle nuevamente, decidido a no separarme más de Él aunque me cueste la vida, diciendo con la Esposa de los Cantares: ¨ Hablado he al que ama mi alma; tendréle y no le dejaré¨. Haced que lo ame tanto, tanto, que mi alma esté siempre pensando en Él, para alabarlo y bendecirlo y hacer su voluntad en todo, y mi cuerpo le esté siempre visitando y acompañando en el adorable Sacramento del altar, donde está humillado por mi amor, y llamándome cariñosamente para regalarme con sus divinas caricias.

¡Glorioso y sufrido San José, infundid en mi pobre corazón sentimientos de caridad y santo celo por la gloria de nuestro amado Jesús!

Tomado del libro: ¨Visitas al Santísimo Sacramento, María Santísima y San José.¨ de San Alfonso María de Ligorio.

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