Salve, fidelísimo José, salve! A Vos, que sois el siervo fiel y prudente constituído por Nuestro Señor sobre su fanilia para ser el custodio fiel del Tesoro por excelencia, su divino Hijo, el sostén, amparo y consuelo de la nueva Arca de la Alianza, su bendita Madre, y el ejecutor de sus misteriosos designios sobre la Tierra, a Vos me encomiendo. Al mismo tiempo que admiro vuestra sublime dignidad y os glorifico y alabo, porque de Vos se dijo en los Proverbios:¨El que es fiel guardián de su Señor será glorificado¨, me pongo enteramente en vuestras manos para que, como plenipotenciario de Dios, su tesorero universal, y fidelísimo administrador de las gracias celestiales, según Santa Teresa y el dulcísimo San Bernardo, me hagáis, aunque indigno, participante de las riquezas del Cielo. Ya sé que no lo merezco; pero con vuestra poderosa protección espero conseguirlo todo de mi Señor Jesucristo, que nada os puede negar. Alcanzadme para ello la gracia de ser, a imitación vuestra, un siervo fiel y sumiso a la voluntad de Dios, para que, guardando fielmente el sagrado tesoro de los divinos mandamientos, sea con Vos alabado y glorificado, por toda la eternidad, en compañía de Jesús y María en el Cielo.
Glorioso San José, ejemplar el más sublime de fidelidad, alcanzadme esta virtud para bien de mi alma.
Tomado del libro ¨Visitas al Santísimo Sacramento, María Santísima y San José, de San Alfonso María de Ligorio¨
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