Séptima visita a San José


Con razón, vituosísimo José, modelo perfectísimo de fortaleza, nos dice la Sagrada Escritura que el amor es más poderoso que la muerte. Si el Varón fuerte por excelencia, el terrible León de Judá, Jesucristo no lo comprobara enclavando a ala muerte en la misma cruz en que se quiso hacer sucumbir al mismo Autor de la Vida, vuestra existencia misma lo confirmaría sobradamente. Ni la nobleza de cuna, como hijo de David; ni las privaciones de la pobreza más absoluta, ni la cruel sorpresa que os produjo el inexplicable embarazo de vuestra casta Esposa, ni la sublime dignidad de depositario del Primogénito del Eterno Padre y de Esposo de la Madre de Dios, ni las infinitas amarguras anexas a tan alta dignidad, ni las divinas caricias del Redentor del mundo...nada pudo turbar la tranquilidad de vuestra alma, cimentada en el amor. ¡Qué lastimoso contraste el de vuestra admirable fortaleza y mi pueril debilidad! Compadeceos de mí y no me abandonés a mis débiles fuerzas. Pedid a vuestro querido Hijo adoptivo Jesús, que me conceda una fortaleza de alma capaz de resistir a los terribles enemigos que a todas horas me combaten, para que con la corona del vencimiento consiga con su gracia la gloria del triunfo.


¡Benignísimo protector, atendedme solícito, protegedme en el peligro, fortalecedme en el combate y libradme del pecado!


San Alfonso María de Ligorio, "Visitas al Santísimo Sacramento, María Santísima y San José."



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