Vedme aquí, pacientísimo José. Vengo a pedir por vuestra poderosa mediación, la sublime, la admirable, la heroica virtud de la paciencia, virtud casi desconocida, y generalmente despreciada, hasta que Jesús la divinizó con su ejemplo, ensenándonos a practicarla resignadamente y hasta con alegría cuando es perfecta, diciéndonos que las contrariedades y tribulaciones de la vida no son casuales, sino enviadas y consentidas por Dios para nuestro ejercicio y mayor corona. Vos, que, como caritativo y humilde en sumo grado, fuisteis también en sumo grado paciente y resignado, ayudadme a conseguirla por medio de la caridad, su madre, y de la humildad, su compañera inseparable. ¡Oh!¡ Qué paciencia la vuestra en todos los trances de la vida, y especialmente cuando abandonado, al parecer, de Dios, fuisteis despreciado, insultado y escarnecido de los hombres, y os visteis precisado a buscar entre las bestias un hospedaje que os negaron los hombres!¡ Y Vos, tan justo, tan santo, tan amado de Dios, no tuvisteis una palabra de queja ni un movimiento de impaciencia! ¡Y yo, miserable pecador, me quejo amargamente cuando el Señor, para corregirme, se acuerda de mí! Alcanzadme, Santo mío, la hermosa paciencia, sin la cual es imposible tener paz en la tierra y conquistar el reino de los cielos.
San José, hacedme sufrir con paciencia, por le amor de Dios, las injurias, las decepciones y los desengaños.
San Alfonso María de Ligorio, "Visitas al Santísimo Sacramento, María Santísima y San José."
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