Vigesimoquinta visita a San José



Dice San José de Calasanz que nada pidió a Dios por medio de la Santísima Virgen María, de quien era devotísimo, que no le fuera concedido; y Santa Teresa de Jesús, devotísima del Esposo castísimo de la Virgen, dice a su vez que nada le negó Jesús por intercesión del Patriarca San José, y ambos Santos fundadores aconsejan a sus hijos respectivos una devoción sin límites a María y a José, llegando en su piadosa confianza a considerar como predestinados a los devotos de José y de María, que no pueden consentir que se pierdan eternamente los que en ellos confían. ¡Oh bendito Patriarca José! ¿ Y yo que sé todo esto vivo olvidado de Vos y de María?¿Y dejo pasar el tiempo y espero la muerte, y con ella mi perdición eterna, sin volver mi corazón a Vos y a María, para que intercedáis por mí, consiguiendome el perdón de Jesús? No lo consintáis por más tiempo.

Haced que mi corazón se aficione a María y a Vos de tal suerte que sólo ame a Jesús como Vos y María. Así me haré digno de vuestro cariño y de vuestra poderosa protección, cuando por el pecado tenga la desgracia de ofender a vuestro Hijo Santísimo.

Concededme, piadosísimo José, la gracia de ser devoto de María y de Vos, y viviré seguro de que no me faltará vuestro valimiento, ni durante la vida, ni en la hora de la muerte.

¡Oh santo amado protegedme!¡Oh piadosa, oh dulce Virgen María, hacedme devoto de Vos y de vuestro castísimo Esposo!


Tomado del libro: ¨Visitas al Santísimo Sacramento, María Santísima y San José", San Alfonso María de Ligorio.

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