Vigesimotercera visita a San José

Dice el Venerable Granada, y es doctrina común de los maestros de la vida espiritual, que no hay verdadera virtud sin la mortificación; y preguntando un santo anacoreta cómo había conseguido llegar a muy alta perfección , respondió: "Mortificando mi carne y no haciendo jamás mi voluntad."



¡Desgraciado de mí! ¿ Y pretendo yo, ser virtuoso y aún perfecto, sin mortificar mi carne, que es una bestia asquerosa que no anhela más que revolcarse en el lodo de la sensualidad, y sin contrariar en lo más mínimo mi voluntad, enteramente opuesta a la voluntad de Dios? Compadeseos de mí, bondadoso Patriarca San José, y alcanzadme de Jesús el espíritu de la mortificación, en el cual debo ser purificado como el oro en el fuego para hacerme digno de Él.



¡ Él obediente y mortificado hasta enclavar en la Cruz su voluntad y su carne santísima y yo tan voluntariado y tan amigo de los placeres!...¿ Y no me avergüenzo de llevar el nombre de cristiano, un nombre tan santo, que es en mí cruel sarcasmo? Por piedad, protector mío, no permitaís que me separe de Jesús, en cuya presencia estoy, sin que me conceda el espíritu de mortificación, indispensable para marchar sin tropiezos por el camino de la virtud, único que conduce a la perfección, a que aspiro llegar con vuestro poderoso patrocinio.



¡Oh pacientísimo San José! Haced germinar en mi corazón los sentimientos de la hermosa virtud de la mortificaciòn.



Tomado del libro: ¨Visitas al Santísimo Sacramento, María Santísima y San José", San Alfonso María de Ligorio.

No hay comentarios: